El próximo día 27 de febrero, jueves, y de 17,30 a 21 horas tendrá lugar la tradicional extracción sanguínea en el Salón de Actos.
Si puedes, participa.
El blog está abierto a tu participación. Cualquier motivo sirve para que puedas intervenir; aconsejar un libro, escribir un artículo de opinión, una crítica, un viaje, una web interesante... Tu participación es muy sencilla, escribes tu artículo en un correo electrónico y nos lo envías a ... cpeacarzaragoza@educa.aragon.es Te notificaremos cuándo será publicado. Puedes incluir sólo texto (menos de 30 líneas), o bien ampliarlo con fotos, no mayores de 500 kb.
domingo, 23 de febrero de 2014
martes, 18 de febrero de 2014
Tercer y último viernes de cine
EL HUMOR PARÓDICO Y “UN CADÁVER A LOS POSTRES”
por Ana Asensio
Coordinadora del Ciclo
La tercera y última sesión del ciclo centra el protagonismo en la comedia paródica, aquella que toma una obra o realidad concreta y la imita burlonamente deformando o subrayando algunos de sus rasgos mediante la caricatura o la recreación grotesca.
Los grandes maestros del cine mudo ya aprovecharon la parodia para realizar algunas de sus mejores obras; por ejemplo, Buster Keaton en su primer largometraje, “Las tres edades” (1923), tomando como referente el drama “Intolerancia” (1917) de D.W. Griffith. Chaplin la usó magistralmente para ironizar sobre asuntos sociales y políticos muy serios, caso de “Tiempos modernos” (1936) y “El gran dictador” (1940).
Destacar entre quienes con más éxito han cultivado la parodia en su filmografía, al grupo humorístico Monty Python con títulos como “Los caballeros de la mesa cuadrada y sus locos seguidores” (1975) y “La vida de Brian”(1979); a Mel Brooks con filmes como “El jovencito Frankenstein” (1974), “La última locura” (1976), “La loca historia del mundo” (1981) y “La loca historia de las galaxias” (1987); así como al equipo formado por Jim Abrahams, David Zucker y Jerry Zucker, responsables de “Aterriza como puedas” (1980) y “Top Secret” (1984).
Aunque en los últimos años este tipo de humor se ha centrado sobre todo en el género del terror, cualquier tema, con imaginación e ingenio, permite una estimable parodia fílmica, un ejemplo sería “Shreck” (2001), centrada en el mundo tradicional de los cuentos.
“Un cadáver a los postres” (Murder by death) resulta la mejor película paródica del universo detectivesco, tanto literario como cinematográfico. Producción estadounidense de 1976 dirigida por Robert Moore, su combinada trama de humor y misterio es obra de uno de los mejores dramaturgos contemporáneos, Neil Simon. En palabras de este: “Murder by death fue como escribir un guion contando con 16 años. Muestra lo que veía en aquella época: Diez negritos (adaptación de una novela de Agatha Christie); películas de Sam Spade como El halcón maltés, con Humphrey Bogart; las de la serie El hombre delgado, con los investigadores Nick y Nora Charles… Las reuní todas e hice una parodia con ellas. Buscaba la oportunidad de hacer una película con la gente que había visto en las otras. Peter Falk fue mi Bogart personal; David Niven ocupó el lugar de William Powell; Maggie Smith, el de Myrna Loy”. Un reparto estelar que se completa con otros grandes intérpretes como Peter Sellers, Alec Guiness y Elsa Lanchester, contando, asimismo, con el periodista y escritor Truman Capote en su única intervención en el cine.
El viernes 21 quede aquí la invitación para asistir, en una apartada mansión, a una especialísima cena donde un crimen será el plato estrella. Pasen… y rían.
jueves, 6 de febrero de 2014
2º viernes de cine
por Ana Asensio
Coordinadora del ciclo
Dentro de nuestro ciclo de cine en torno al humor, la sesión de este viernes 7 de febrero la dedicamos a la screwball comedy.
Con este término, equiparable en español a comedia chiflada, enloquecida o disparatada, se alude a un subgénero cinematográfico genuino de Hollywood que brilló intensamente durante un periodo concreto: desde mediados de los años 30 a mediados de los años 40 del siglo pasado, si bien sus influencias y resonancias trascienden este intervalo temporal. Cruce entre la comedia romántica y el humor slapstick, presenta unos rasgos propios que le aportaron enorme popularidad entre el público estadounidense, necesitado de dosis extras de ánimo en la superación de su histórica Gran Depresión económica.
Por un lado, en tono desenfadado y amable, ilustra argumentos donde, a menudo, personajes de comportamientos extravagantes revolucionan a otros mucho más convencionales, en ocasiones ironizando sobre la diferencia de clases; por otro, prima diálogos abundantes, ingeniosos y chispeantes, desarrollando guiones de acciones ágiles, incluso frenéticas, donde se suceden equívocos, dobles juegos o apariencias falsas. Además, concede una relevancia especial a la protagonista femenina: inteligente, natural, espontánea, enérgica y, en general, con más iniciativa y decisión que su pareja masculina.
A su éxito contribuyó, además de su mensaje vitalista, la confluencia del talento de nuevos guionistas incorporados al cine sonoro y el carisma interpretativo de sus repartos, a cuyo frente se situaron cineastas de la talla de: Frank Capra, Preston Sturges, George Cukor, Leo McCarey, Ernst Lubitsch, Billy Wilder y Gregory La Cava.
Perfecto exponente de la fructífera unión artística resulta el equipo de “La fiera de mi niña” (Bringing up Baby, 1938), protagonizada por los irrepetibles Cary Grant y Katherine Hepburn, y dirigida por el realizador todoterreno Howard Hawks, responsable de otras joyas de la screwball comedy como “Luna nueva” (His girl friday, 1940), “La novia era él” (I was a male war bride, 1949), “Me siento rejuvenecer” (Monkey business, 1952), todas ellas con Cary Grant, y “Bola de fuego” (Ball of fire, 1941).
“La fiera de mi niña” no alcanzó el éxito de taquilla esperado, pero sí una excelente acogida crítica, llegando a calificarla el gran actor del género Harold Lloyd como la comedia mejor construida que había visto en su vida. El tiempo la ha convertido en todo un clásico, homenajeada en numerosos filmes posteriores, como “Su juego favorito” (Man's favorite sport?, 1964, del propio Howard Hawks) o “¿Qué me pasa, doctor?” (What's up, Doc?, 1972, Peter Bogdanovich).
Con este término, equiparable en español a comedia chiflada, enloquecida o disparatada, se alude a un subgénero cinematográfico genuino de Hollywood que brilló intensamente durante un periodo concreto: desde mediados de los años 30 a mediados de los años 40 del siglo pasado, si bien sus influencias y resonancias trascienden este intervalo temporal. Cruce entre la comedia romántica y el humor slapstick, presenta unos rasgos propios que le aportaron enorme popularidad entre el público estadounidense, necesitado de dosis extras de ánimo en la superación de su histórica Gran Depresión económica.
Por un lado, en tono desenfadado y amable, ilustra argumentos donde, a menudo, personajes de comportamientos extravagantes revolucionan a otros mucho más convencionales, en ocasiones ironizando sobre la diferencia de clases; por otro, prima diálogos abundantes, ingeniosos y chispeantes, desarrollando guiones de acciones ágiles, incluso frenéticas, donde se suceden equívocos, dobles juegos o apariencias falsas. Además, concede una relevancia especial a la protagonista femenina: inteligente, natural, espontánea, enérgica y, en general, con más iniciativa y decisión que su pareja masculina.
A su éxito contribuyó, además de su mensaje vitalista, la confluencia del talento de nuevos guionistas incorporados al cine sonoro y el carisma interpretativo de sus repartos, a cuyo frente se situaron cineastas de la talla de: Frank Capra, Preston Sturges, George Cukor, Leo McCarey, Ernst Lubitsch, Billy Wilder y Gregory La Cava.
Perfecto exponente de la fructífera unión artística resulta el equipo de “La fiera de mi niña” (Bringing up Baby, 1938), protagonizada por los irrepetibles Cary Grant y Katherine Hepburn, y dirigida por el realizador todoterreno Howard Hawks, responsable de otras joyas de la screwball comedy como “Luna nueva” (His girl friday, 1940), “La novia era él” (I was a male war bride, 1949), “Me siento rejuvenecer” (Monkey business, 1952), todas ellas con Cary Grant, y “Bola de fuego” (Ball of fire, 1941).
“La fiera de mi niña” no alcanzó el éxito de taquilla esperado, pero sí una excelente acogida crítica, llegando a calificarla el gran actor del género Harold Lloyd como la comedia mejor construida que había visto en su vida. El tiempo la ha convertido en todo un clásico, homenajeada en numerosos filmes posteriores, como “Su juego favorito” (Man's favorite sport?, 1964, del propio Howard Hawks) o “¿Qué me pasa, doctor?” (What's up, Doc?, 1972, Peter Bogdanovich).