Para los que os gusta el cine, ineludible ver la última película de Clint Eastwood "Más allá de la vida". Os confieso que nunca he salido decepcionado de una película de este mito de Hollywood, tanto como intérprete como director siempre ha sido mi debilidad. Como actor, desde los spaguetti western de Sergio Leone como "La muerte tenía un precio" o "Por un puñado de dolares", hasta las fascistoides películas de Harry el Sucio, siempre me lo he pasado bien.
Como director, qué decir de "Los Puentes de Madison" donde la lágrima discurre fácilmente aunque seamos duros como el pedernal, "El jinete pálido", "Sin perdón", "Mystic River" o "El Gran Torino". Nunca una de sus "pelis" nos deja indiferentes.
En este caso, "Más allá de la vida", sirve, no sé si por su edad, próximo a los 81, o simplemente por la trama del guión, para elucubrar sobre lo que viene tras la vida. Y para eso se nutre de tres historias paralelas, la de una periodista parisina que tiene una experiencia con la muerte tras el tsunami de 2004, la de un joven londinense adolescente con graves problemas familiares, y finalmente la de un medium-visionario californiano, que logra contactar con espíritus.
Estas tres historias tienen el punto en común de la soledad de los protagonistas y la experiencia con la muerte, bien directamente, o a través de los demás. Las historias fluyen con calma, aumentada además con la música de fondo compuesta por el mismo director, íntima y sencilla a través del piano y la guitarra. Sencillamente geniales estas escenas, al igual que la recreación del espectacular tsunami al inicio de la película, o las hilarantes historias del chico que contacta con los más variopintos mediums que encuentra en Londres. El desenlace final, más o menos intuido por el espectador, será el encuentro físico de los tres personajes principales.
Como buen producto de Clint Eastwood tiene que haber su punto melodramático, que sirve para desalojar alguna que otra lagrimita, y esa llega con la excelente escena del encuentro entre la periodista (Cecile de France) y el visionario protagonista (Matt Damon). Sin tan apenas palabras, pero de una emoción indescriptible, Eastwood nos lleva por los caminos de la emotividad más pura.
Para la crítica especializada, la película la tildan como de las más flojas. Para mi gusto, no decepciona, más bien al contrario, la recomiendo totalmente, y si además sois personas espirituales y creyentes del más allá, todavía más... yo, desde luego, no lo soy y me ha encantado.
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