martes, 14 de mayo de 2013

Noticia desde el Departamento de Ciencias



CIENTÍFICOS EN EL INVERNADERO

Los tomates modernos (Solanum lycopersicum) deben su color rojo y uniforme a una alteración genética, recientemente descubierta, que permite a los agricultores saber con más precisión cuándo recoger el fruto. El lado negativo de esta mutación es que los tomates pierden sabor. Los tomates son más bonitos a la vista, pero más sosos al gusto.

 La mutación afecta a la formación de los cloroplastos, que se encargan de convertir la energía del sol en azúcares. Esto merma la capacidad de fotosíntesis y los cambios se notan luego en el paladar. Los frutos acumulan menos azúcares y, por lo tanto, la mutación que en principio se seleccionó porque presentaba una serie de ventajas para el productor tiene consecuencias sobre la calidad del fruto.

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