CIENTÍFICOS EN EL INVERNADERO
Los tomates modernos (Solanum
lycopersicum) deben su color rojo y uniforme a una
alteración genética, recientemente descubierta, que permite a los agricultores
saber con más precisión cuándo recoger el fruto. El lado negativo de esta
mutación es que los tomates pierden sabor. Los tomates son más bonitos a la
vista, pero más sosos al gusto.
La mutación
afecta a la formación de los cloroplastos, que se encargan de convertir la
energía del sol en azúcares. Esto merma la capacidad de fotosíntesis y los
cambios se notan luego en el paladar. Los frutos acumulan menos azúcares y, por
lo tanto, la mutación que en principio se seleccionó porque presentaba una
serie de ventajas para el productor tiene consecuencias sobre la calidad del
fruto.
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