viernes, 13 de noviembre de 2015

Artículo de Miguel Mena, en que nombra la calle Graneros

http://cadenaser.com/emisora/2015/11/10/radio_zaragoza/1447157644_629690.html

En la calle Santo Dominguito de Val, entre San Vicente de Paúl y el Coso, en un lateral del Centro Público de Educación de Adultos Concepción Arenal, puede verse el rótulo de la calle de los Graneros. Es lo único que queda de una vía que desapareció con la remodelación de esa zona en los años 40. Quizá el caso más singular de supervivencia de un letrero que ya ha perdido su utilidad, pero hay muchos más repartidos por la capital aragonesa. Son los zombies del callejero. Los muertos vivientes de las inscripciones.
En pleno corazón de la ciudad, en la esquina del Paseo de la Independencia con la Plaza de España, muy cerca de la Diputación Provincial, sobrevive un viejo letrero, ya medio borrado, donde aún puede leerse la antigua denominación de Calle de la Independencia. A saber el tiempo que llevará ahí. Mucho más recientes son los carteles que tienen que ver con la Expo 2008 y algunas obras que se hicieron entonces. En el Parque del Agua permanece un enorme cartel que anuncia la construcción del Puente del Tercer Milenio, en la Estación de Delicias aún se mantienen diez grandes anuncios que la definen como “la estación del agua” y anuncian que “todo lo que pase, pasará por aquí” del 14 de junio al 14 de septiembre y en la autovía de Madrid todavía despide a los viajeros un gran cartel publicitario de Ámbar con el ingenioso lema que La Zaragozana acuñó para la Exposición Internacional sobre Agua y Desarrollo Sostenible: “Viniste por el agua, volverás por la cerveza”.
Hay recuerdos mucho más lejanos en el tiempo, que nos llevan a tiempos de la República y a la vez nos hacen pensar en la actualidad, como la chapa que se ve en un portal de la calle Boggiero donde se anuncia que la casa está acogida a los beneficios de la Ley de Paro de 1935, pero lo que más pervive con diferencia son los rótulos vivientes del franquismo, como las numerosas inscripciones con símbolos falangistas que aún campean en zonas como Las Fuentes o Vía Hispanidad. Aunque más singular resulta un portal del Paseo de Sagasta en cuya cristalera se lee en grandes letras “General Mola 47”. Teniendo en cuenta que la calle cambió de nombre hace treinta y cinco años, parece que a los vecinos les cuesta ponerse de acuerdo para cambiar ese cristal. A no ser que lo hagan por ser los únicos que aún pueden contar un chiste que era todo un clásico en la España del franquismo, cuando cada ciudad y cada pueblo tenían una calle dedicada a este general golpista y especialmente sanguinario:
-Perdone, por favor, ¿General Mola?
-Hombre, molar, mola, pero mola más capitán general.

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