El paso de la niñez a la adolescencia suele venir acompañado
de inseguridades ante los cambios físicos
y de rebeldía buscando esa autonomía y libertad que se aprecia en los
adultos. Así lo vive Sara, en pleno tránsito a sus doce años. Junto a su
hermana pequeña Catalina, reside en Viña del Mar con su madre Paula, una
abogada divorciada que convive con Lía, veterinaria argentina, mientras
periódicamente visitan la casa de su padre Víctor y la actual esposa de este,
Nicole, en el que aparenta ser un educado y respetuoso intercambio parental
aceptado por ambas partes.
La cámara, sin dejar de observar a la observadora Sara, irá
recreando su vulnerabilidad, donde las incertidumbres propias de su edad y la
asimilación de los códigos adultos condicionarán su percepción del habitual
entorno. Por eso será tan permeable a la naturalidad con la que sus madres
manifiestan su vínculo como a los recelos sociales que esto suscita, con lo que
asistiremos a su naciente incomodidad interior, agravada por la experiencia de
quien se siente obligado a ver su diferencia como un estigma. En este contexto,
una discusión doméstica será el detonante de un conflicto judicial de
consecuencias imprevistas.
Gracias a la verosimilitud que transmite todo el reparto,
con especial mención a la espontaneidad de las debutantes Julia Lübbert (Sara),
volcán en erupción contenido, y Emilia Ossandon (Cata), pura inocencia, los
efectos de la controversia nos llegarán con una mirada plenamente humanista,
siendo tan elocuentes los silencios como oportunas las elipsis.
En su ópera prima en la dirección, Pepa San Martín, que
también suscribe el guion, ha declarado que para realizar “Rara” (2016) se
inspiró en el caso real de la jueza chilena Karen Atala, que en 2003 perdió la
custodia de sus tres hijas por vivir con una mujer. Trasladando el centro
neurálgico de la acción a la piel de Sara, San Martín compondrá una auténtica
road movie emocional sobre el importante papel de la familia y de la sociedad a
la hora de transmitir a los niños y niñas tanto valores positivos como
prejuicios y estereotipos.
La película obtuvo en 2016 el Premio del Jurado
Internacional del 66º Festival de Cine de Berlín en la sección Generación
Kplus, dedicada al público juvenil, y el Premio Horizontes Latinos de la 64ª
edición del Festival de Cine de San Sebastián, cuyo jurado destacó el dominio
cinematográfico del filme y la valentía al dar visibilidad a una familia no
tradicional a través de la mirada de una niña.
Ana Asensio, coordinadora del ciclo