Con organización impecable y buen ambiente (típicos del Concepción Arenal ) el viaje a Burgos y a la comarca de las Merindades los pasados 25 y 26 de Noviembre fue un éxito.
Siguiendo la cronología de las visitas, el recien inaugurado Museo de la Evolución Humana, a orillas del rio Arlanzón, te sitúa en el siglo XXI por la modernidad de su edificio a la par que te introduce (continente y contenido bien ensamblados) en sus tesoros interiores. Flora incluída de la sierra de Atapuerca hace de soporte,en una distribución didáctica cuidadísima, a los increíbles restos humanos encontrados y a su entorno más próximo que emociona y conmueve.
El tiempo se queda corto y te vas prometiéndote volver. Al salir, las bellísimas agujas de la Catedral que ves casi enfrente te recuerdan que el Burgos histórico-monumental te espera.
El Real monasterio de Sta. Maria de las Huelgas, fundado por los reyes Alfonso VIII y Leonor Plantagenet en el siglo XII, acogió a damas (era femenino) de la nobleza castellana, bastardas incluídas, y tuvo Abadesas que dominaron vidas y haciendas y solo obedecían al Papa. Auténticas Señoras feudales. De su extraordinario conjunto, destacaré la inolvidable Sala Capitular con su limpia bóveda que parece contener en sí misma la atmósfera que debió rodear la vida del recinto. Una joya maravillosa.
Sin entrar en tópicos, contemplar de frente la Catedral y recorrerla interiormente es una sucesión de obras de arte de todo tipo, a destacar las de Felipe de Vigarny y Diego de Siloe, sin menospreciar las de otros artistas y orfebres de las sucesivas etapas de su construcción.
Los pueblos serranos de Oña y Frías, además de su paisaje y su luz, muestran respectivamente otro monasterio (éste benedictino en contraposición del cisterciense ya citado, también fundado por los mismos reyes) que contiene un precioso órgano y una magnífica colección de pendones reales y ropas litúrgicas y conforma por su emplazamiento físico un conjunto medieval fantástico.
El puente que conduce a Frías (también medieval), sus empinadas calles, sus casas colgantes, además de su castillo y su Iglesia, hacen del recorrido por este pequeño pueblo, muy bien conservado, un delicioso paseo.
Me quedo sin comentar la vuelta a casa por Haro, agradeciendo a todos (profesores y compañeros) tan grata experiencia.
Emilia Membrado.
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